Un rincón de memorias para una plaza histórica
La recuperación de las vías de los históricos tranvías que supieron circular en Paraná es parte de un proyecto en el que estuvieron involucrados especialmente tres vecinos. Luego de una década y media de trabajo de investigación y rescate, la instalación del hito frente a la Catedral es una noticia que vale la pena destacar.
Natalia Strack
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A muchos les llamará la atención cuando escuchan que hace un siglo Paraná contaba con un servicio de tranvías que no tenía nada que envidiarle a los más modernos del mundo. El tiempo pasó, los trenes eléctricos urbanos desaparecieron de las postales de ciudad y sobrevino la invasión del colectivo. Hasta ahora los tranvías eran una referencia que mantenía viva un puñado de personas y que latía en fotos en blanco y negro; pero, junto con la remodelación de la Peatonal San Martín, se comenzó a materializar un rincón que, ubicado en la Plaza 1° de Mayo, rendirá homenaje a este medio de transporte. El hito está siendo emplazado en la vereda oeste de la calle Su Santidad Francisco, frente a la Catedral. Para construir la réplica de las vías se utilizaron materiales originales: rieles, durmientes y adoquines.
Uno de los ciudadanos que se ha dedicado a estudiar el fenómeno del tranvía es Juan José Alberto Battistutti, maestro mayor de obras, profesor en Disciplinas Industriales, regente técnico del Instituto Privado de Educación Técnica Juan XXIII, docente de Dibujo Técnico y Educación Tecnológica, y de Tecnologías de la Información y de la Comunicación.
El entrevistado es un apasionado por rescatar la historia de los tranvías eléctricos de Paraná y el motivo de este desvelo es que ese medio de transporte está anclado a su pasado familiar. “Mi abuelo, Juan Manuel Larrondo, fue el último jefe del taller de mantenimiento en la década del ‘60. Antes había sido peón en los talleres de la Vieja Usina y fue motorman, manejó los tranvías por más de 25 años”, prologó.
En diálogo con EL DIARIO, el impulsor del proyecto de rescate recordó que por esa circunstancia en su casa era moneda corriente charlar sobre este servicio.
Años más tarde, en 2006, el azar quiso que Battistutti conociera a Esteban Espinosa y su hijo, Marcelo. Desde entonces, formaron un equipo que se dedicó a rescatar historias vinculadas al tranvía en Paraná. De los tres, el entrevistado es el único que podrá ver concretado el proyecto, porque los otros dos fallecieron. Este detalle le imprime a la situación una emoción que Battistutti no dejó pasar por alto.
Luego se enfocó en el proyecto como tal. “En este preciso lugar no estaban las vías, sino que se disponían sobre el cordón de la Catedral. Emplazar en la vereda del templo los rieles implicaba, económicamente, un costo mucho más alto y no era viable para que la gente lo pudiera apreciar. Entonces, se hizo en la acera de enfrente una fosa de hormigón con excelentes desagües, iluminación a los costados, con una estructura metálica totalmente cubierta y con un vidrio resistente al peso. Este último material quedará al nivel del piso, por lo que no va a haber problemas de que alguien se caiga o se tropiece. Garantiza la seguridad”, explicó en relación a los trabajos que se están realizando.
Battistutti consideró que los monumentos no deben estar enrejados, sino que deben ser de acceso público. “La idea es que se muestre y se pueda contar la historia, que las personas que pasen caminando puedan escanear un código QR para leer mayor información y observar fotos. Más adelante esta instalación incluirá un plano háptico para las personas que tienen ceguera”, indicó.
Haber decidido que la estructura se edifique en la Plaza 1° de Mayo es una acción estratégica, en virtud de que ese espacio forma parte del circuito histórico de la ciudad. A futuro la propuesta es restaurarlo y pintarlo. La Secretaría de Obras Públicas del Municipio es la encargada del diseño. La arquitecta Claudia Crespo pertenece a un equipo, junto a Maximiliano Argento, que trabajó en conjunto para obtener este resultado. También han diseñado un espacio de bancos destinado a que la gente se pueda sentar a observar.
Recuperación de reliquias
Uno de los objetivos que se fijó Battistutti y los Espinosa allá lejos y hace tiempo fue restaurar un coche de tranvía. Para eso, en primera instancia, se comunicaron con la empresa estadounidense Tramways Company Limited que los fabricaba. En paralelo, encontraron uno en un chiquero de chanchos, utilizado como alojamiento, con sus maderas totalmente quemadas. Había que conseguir cómo financiar la aventura. “Presentamos un proyecto al Centro de Formación y Empleo en Informática. Económicamente nos ayudaron para rescatarlo; Vialidad para armarlo y trasladarlo; y los talleres del Ferrocarril para restaurarlo”, comentó Battistutti, antes de señalar que la unidad “actualmente está en el Ferrocarril esperando que armemos un museo para poder mostrarlo. La idea es que se pueda ingresar al mismo y ver las fotografías que hemos recuperado”.
Según comentó, encontraron una pila de hierro de 50 cm y tuvieron que restaurar el tranvía con fotos. Incluso, afirman que en una casa del barrio San Agustín, hay un lateral de tranvía que se usa de medianera hace 50 años.
En su momento, cuando dejaron de funcionar, el intendente Máximo Aldasoro donó los coches a las escuelas para que se utilizasen como aulas o salas de primeros auxilios. “Cuando se construyeron las aulas de material, destruyeron los tranvías, se vendieron por hierro viejo, se tiraron. Nada se conservó”, aseveró el entrevistado.
Ante una consulta periodística, comentó que de manera casual pudieron localizar 14 bancos de tranvía, que se encontraban en una iglesia. Como se entenderá, estos elementos son vitales para la restauración a la que aspiran. “Hicimos un pacto acordando que les íbamos a fabricar siete bancos largos a cambio de los originales. Nosotros cumplimos con nuestra parte, pero, 13 años después, los bancos de tranvía siguen en la iglesia”.
Los tranvías en nuestra ciudad
Se afirma que desde 1921 comenzaron a funcionar los tranvías eléctricos en la capital entrerriana, pero antes circulaban los tranvías a caballo. El tramo de vías recuperado en la plaza 1° de Mayo son de ese período.
En respuesta a un interrogante, Battistutti agregó que “Paraná tenía una población de 60 mil habitantes al momento de la inauguración oficial, el 20 de mayo de 1921. La ceremonia comenzó a las 15 en el Puerto Nuevo. El coche nº 6, debidamente ornamentado y con el gobernador Celestino Marcó en su interior, realizó el viaje inaugural. Con los años, llegaron a existir 14 tranvías en la ciudad”.
Fue entonces cuando indicó que “la historia de Paraná es muy rica en muchas cosas y esto es parte de nuestro patrimonio. Hay una revista, la Electric Railway Journal, que tenía una tirada internacional. En 1923 publicó una foto en la que se puede distinguir un tranvía en el frente de la Catedral y en el recorte pusieron que Paraná poseía los tranvías más modernos del mundo. Esto debe ser un orgullo para los paranaenses”.
Los tranvías eléctricos funcionaron en Paraná hasta el 20 de julio de 1962, cuando una ley nacional decidió que los tranvías eran obsoletos y los retiraron por completo en todo el país. En nuestra ciudad, en particular, solo transportaban pasajeros. Conviene tener en cuenta que desde 1921 a 1929 convivieron ambos tipos de tranvías: el tirado por caballos y el eléctrico.
Inigualable
Juan Battistutti es un apasionado por la tecnología, materia sobre la cual da clases en diferentes escuelas de Paraná. Lo que más le llama la atención de los tranvías es cómo estaban construidos y que eran eléctricos, por lo que no contaminaban. Además, eran silenciosos y unían los puntos más importantes de la ciudad.
Según testimonios que el entrevistado recolectó, los horarios pautados se cumplían. “Nadie llegaba tarde al trabajo. Las personas iban al hospital, al puerto. Los locutores de LT14, por ejemplo, decían que cuando pasaban por sus casas, los motorman tocaban la campana para avisarles que estaba llegando, así no lo perdían. Las máquinas de boleto eran similares a las de los colectivos”, rememoró.
Los tranvías también contaban con un sistema de frenado característico, gracias al cual las puertas solo se abrían si el coche estaba detenido; en ese mismo momento se desplegaba un estribo que permitía subir o descender al pasajero.
No olvidar
Battistutti está convencido de que con el hito que está instalándose Paraná va a empezar a preguntar y conocer. Sospecha que cualquier turista y los propios paranaenses se interesarán. “Así como en 1920 se modernizó la ciudad con el mejor transporte que había en el mundo, creo que hoy también Paraná se está modernizando y ese cambio está permitiendo que en las calles aparezcan testimonios de otra época”, analizó.
Por último, no dejó pasar la cantidad de puertas que debieron golpear en todos estos años para que el proyecto se materialice. Verlo en ejecución representa una satisfacción para Battistutti. “Es una deuda con mis compañeros y con Paraná. Recibí muchos llamados de conocidos, gente mayor, que me pregunta por este tema. No puedo esperar. Y quiero que la gente joven también se entere”, compartió.
Por nuestras calles
Carlos Waigandt es el autor del libro “F.C. Central Entre-Riano. Vía libre hacia la Historia”, publicado por Ediciones del Clé en 2010.
En su carácter de estudioso y también por haber sido testigo, fue entrevistado por la investigadora Griselda De Paoli. Parte de ese testimonio se publicó en EL DIARIO en la nota titulada “Paraná: cuando viajar era mecerse en los formidables tranvías”. En esa pieza, incluida en la sección Huellas paranaseras, Waigandt comparte información que ayuda a entender la importancia que tuvo el servicio de tranvías en la ciudad, primero a caballo y luego eléctrico.
“Había coches de verano y coches de invierno. Las chatas de carga que arrancaban su trayecto desde calle Buenos Aires, cerca de la iglesia San Miguel; doblaban y tomaban por Alameda de la Federación, llegaban hasta el Parque y agarraban esa bajada (Melvin Jones) por donde está el puente de los ‘besuqueros’ (Puente de los Suspiros). Por ahí, donde supo funcionar el comedor don Gervasio, pasaba el tranvía por debajo, pegaba la curva y enfrentaba una propiedad y entraba en una calle junto a lo que conocemos como Coceramic, que era como un pasaje; cruzaba el Antoñico, pasaba por la propiedad y había un puente que un día se rompió.
“Por ese puente daba una vuelta más y llegaba al Puerto Viejo. Quedaba al resguardo en la Aduana y luego, a 500 metros más adelante, como yendo para la ex Fábrica de cemento, estaba la estación del ferrocarril. Entonces el tranvía a caballos hacía ese recorrido. Después vinieron una serie de propuestas, de contratos nuevos. Está todo archivado en la Municipalidad. Y el tranvía a caballos siguió y el de carga continuó funcionando hasta 1942 que fue cuando desapareció todo el andamiaje del tranvía a caballos. No puedo dejar de señalar que desde 1920 funcionaba ya el tranvía eléctrico, pero era para servicio de pasajeros. El tranvía a caballo de carga, estaba al servicio del matadero en Los Corrales”.