Desde hace más de una década, Córdoba desplazó a la Ciudad de Buenos Aires como el segundo distrito con más electores del país. CABA caería incluso después al cuarto lugar, relegada también por Santa Fe. Pero en términos cualitativos, Córdoba avanzó más que eso y en la elección de 2015, por ejemplo, explicó por sí sola el triunfo de Mauricio Macri sobre Daniel Scioli.
Para esta tanda 2023, que también terminará con un balotaje el 19 de noviembre, la provincia vuelve a ocupar un lugar central. Y hacia allí miran tanto Javier Milei como Sergio Massa. También Juan Schiaretti, el gobernador que promocionó su cordobesismo a nivel meme en los debates y eso lo ayudó a casi duplicar su performance entre las PASO y el comicio general.
Justamente Schiaretti encargó una encuesta a una de las principales consultoras de la provincia para tomar una definición respecto a la segunda vuelta. El estudio, del que Clarín vio un adelanto, se hizo entre el 25 y el 27 de este mes, con más de 1.100 casos locales.
¿Qué busca saber (o terminar de confirmar) el gobernador? Cuál es la postura general de sus comprovincianos respecto al balotaje y qué opinan en particular sus propios votantes de esa pelea. El resultado, previsiblemente, no trae buenas noticias para Massa, quien de todos modos tiene expectativas moderadas allí. Aunque sin resignarse: el ministro/candidato prevé visitar Córdoba en los próximos días para intentar remontar la pendiente.
En las PASO, Massa sacó apenas 8 puntos en Córdoba, que subieron a 13 y pico en la elección general. El mismo domingo, un boca de urna que lo ubicaba en dos dígitos fue justamente uno de los primeros indicios de su crecimiento. ¿Le alcanza ahora con eso?
Volviendo a la encuesta, lo primero que hace el estudio de la firma CB Consultora Opinión Pública es ponderar las imágenes de los contendientes. Milei tiene más positiva que negativa (47% a 42% números redondos), contra un balance muy malo para Massa: 20% de apoyo y arriba de 75% de rechazo.
Luego, ya más específico, se pregunta por el piso y el techo de cada candidato, para seducir a los cerca de 3 millones de electores de Córdoba (cerca del 10% del total país). Otra vez contrastan fuerte los números: el libertario parte de 41% de «voto seguro» y su rival contrapone casi un 66% de «nunca lo votaría».
Cuando se pregunta directamente por la intención de voto para el 19-N, el reparto queda 71% / 29%. De concretarse, no estaría tan mal para Massa, según el objetivo que se plantea el candidato. Fue el reparto que tuvieron Macri y Scioli en 2015, cuando el ex gobernador terminó perdiendo por muy poco. Ahora, obvio, el ministro de Economía se ilusiona con compensar mejor en el resto del país para prevalecer.
Con estos números, que ratifican a Córdoba como capital anti K del país, se espera que Schiaretti defina si reve su postura prescindente. En caso de hacerlo, difícilmente acompañe una propuesta disruptiva como la de Milei, pero que tampoco tendría guiños a Massa, pensando en el electorado que gestiona el gobernador. ¿Neutralidad tipo UCR / Larretismo?
«Por ahora el gobernador mantiene su idea de no pronunciarse», respondieron a Clarín cerca de Schiaretti este domingo. Vale recordar lo que dijeron desde el espacio el lunes posterior a la elección. «Schiaretti ya se expresó anoche. Lo que tenía que decir, lo dijo. En primer lugar, Schiaretti tiene un profundo agradecimiento y respeto por todos los ciudadanos que votaron su propuesta en esta elección, que se basó en la construcción de un País federal y normal. Y parte de ese país normal que venimos sosteniendo, es el respeto a las instituciones, a la división de poderes, al que piensa distinto… Por eso no sería coherente, y hasta sería una falta de respeto, decirles a quienes votaron su proyecto a quién deben votar en un balotaje. Schiaretti no se arrogará un derecho que no tiene«.
En la última elección, Schiaretti (que a nivel nacional sacó 1,74 millón de votos) tuvo un buen resultado en su provincia, pero ni siquiera le alcanzó para ganar: lo postergó el propio Milei (33,5% a 29%). No se ven motivos, a priori, para un pronunciamiento pro massista, pese a los puentes que se conectaron varias veces en el Congreso desde Córdoba para ayudar al oficialismo (incluso con Massa como titular de Diputados) y a algunos consultores/lobistas coincidentes en ambas veredas.
Participación y campaña sucia
Por algunas de estas particularidades, y porque Massa ya demostró una capacidad de pelea que excede lo que hace para él mismo, se espera que el candidato oficialista no solo trabaje para sumar más votos para sí mismo sino también para restarle a su rival.
¿Cómo? Intentando bajar la participación en el electorado potencialmente más afín a Milei. Algo de esto se empezó a discutir informalmente a nivel nacional, respecto por ejemplo a la conveniencia de mantener o no el feriado previsto para el 20 de noviembre, al otro día del comicio, lo que podría fomentar el ausentismo por la gente que se toma el fin de semana largo.
Córdoba capital ya fue una muestra de hasta dónde puede jugar la política para ganar. De cara a la elección del intendente de la capital, que se hizo el 25 de junio y tenía al radical Rodrigo de Loredo como favorito, el oficialismo de Schiaretti y Martín Llaryora (actual intendente y gobernador electo) hicieron una fuerte campaña para desalentar el voto en ciertos sectores de la población y favorecer a su candidato, Daniel Passerini, que terminó triunfando.
Esa campaña incluyó un parte pública y formal, con una cuestionada decisión de la Justicia local, que publicitó en diarios de la capital que no habría multas para los que no fuera a votar. Pero hubo otro operativo menos transparente, con mensajes de texto geolocalizados para desalentar la asistencia. Allí, se presume, habría intervenido un conocido consultor apuntado justamente por el manejo de la información privada de los argentinos. Para el comicio nacional, no sería extraño que ofrezca servicios similares a Massa.