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Crimen del country. El fiscal pidió la prisión preventiva para la empleada doméstica del ingeniero

A un mes de su detención y a dos del crimen, Rosalía Soledad Paniagua, acusada del homicidio de Eduardo Wolfenson Band, el ingeniero estrangulado en su casa del country La Delfina, de Pilar, el fiscal pidió que la detención se transforme en prisión preventiva, según pudo saber LA NACION.

La mujer hacía una suplencia como empleada doméstica en la vivienda de la víctima cuando el 22 de febrero pasado, día del crimen, se retiró de la “portería 2″, donde estaba José Jara -otro de los investigados por el crimen-, a las 13.53. Cuando la empleada doméstica se fue del barrio nadie le revisó la mochila en la que llevaba el celular de la víctima y que fue clave para vincularla con el asesinato.

En la presentación, de 66 páginas, el fiscal de Pilar, Germán Camafreita, le pidió al juez de Garantías, Nicolás Ceballos: “Tengo a bien convertir en prisión preventiva la actual detención de Rosalía Soledad Paniagua en orden al delito de robo calificado por el uso de arma utilizada en forma impropia en concurso real con homicidio criminis causae”.

Empleada Country

Tras su detención, cuando amplió su declaración indagatoria, Paniagua afirmó que el jueves 22 de febrero pasado llegó a la casa del lote 498 del country La Delfina se encontró con un hombre de 1,80 de altura que vestía chomba negra y que, de forma intimidatoria, le dijo que iba a tener que hacer todo lo que le pidiera. Ella, según dijo, pensó que era el hijo del ingeniero y que tendría unos 40 años. “No vi la marca [de la ropa], no vi tatuajes, anillos ni reloj”, agregó.

Estaba limpiando el baño donde dormían Roberto y su mujer [por Graciela Orlandi]. Cuando salí a buscar un trapo para limpiar la ventana me asomé, en la puerta vi que se dieron un beso, ahí en la puerta para salir. Ellos no me vieron, yo los vi besándose. Después me fui para atrás, seguí en el baño, me quedé en shock”, sostuvo la sospechosa, según reconstruyeron las fuentes consultadas. Paniagua aseguró que hablaban bajito y que no podía escuchar lo que decían.

La imputada contó que la “mató la curiosidad” e intentó grabar un nuevo beso entre el ingeniero y la visita para mostrarle la filmación a la “señora Graciela”.

habitación muerte ingeniero Pilar

“Me metí en el escritorio del señor, para grabar con mi celular [por] si se besaban. Intenté dos veces, se me cayó dos veces y dije ‘me dejo de joder’”, dijo Paniagua en su indagatoria.

Paniagua afirmó que en un momento el “muchacho” bajó y el “señor” se quedó en el escritorio solo: “Estuvo un tiempito hablando por teléfono, en otro idioma, portugués, creo. Tosía y me dijo ‘Soledad, esto no le cuentes a nadie, lo que vos ves hoy’”.

Después, siempre según lo que habría declarado la imputada, el “muchacho” subió a la planta alta y escuchó que le espetó al ingeniero “me dijiste que te ibas a dejar con la señora”. Y, Wolfenson Band, según Paniagua, respondió: “Ya te dije que no”.

Investigan el asesinato de Roberto Eduardo Wolfenson Band en el country La Delfina de Pilar. Aunque primero se dijo que la muerte fue por un paro cardíaco la autopsia reveló que fue ahorcado.Hernán Zenteno – La Nación

“El muchacho, desde que llegué, usaba guantes blancos de látex, los típicos de peluquería”, recordó la sospechosa en un momento de su declaración.

Después, según agregaron fuentes que tuvieron acceso a la indagatoria de Paniagua, Wolfenson Band le pagó el día de trabajo. Eran las 12.30 del 22 de febrero pasado. Ella siguió con el trabajo de limpieza hasta las 13.15, cuando se fue a cambiar.

“Me cambié y salí, entre la cocina y el lavadero. En el pasillito, entrando a la cocina, escuché que me dicen ‘eh, che´, me di vuelta y me dieron un golpe en la cara, en la nariz. Me caí. Salía sangre, no tanto, pero quedó en el piso. Me desmayé, quedé inconsciente, quedé ahí tirada, en el medio del lavadero y cocina. Manché el piso con sangre, me quedé un segundo ahí dormida. Cuando me desperté tenía cinta gruesa transparente en la boca y atada las manos y también los tobillos. Ahí tenía puesto el vestidito rosa. Estaba acostada en el piso atado. Cuando me desperté, escuché al señor Roberto decir ‘Basta Félix, basta Félix’, como tres o cuatro veces”, aseguró la sospechosa.

Paniagua dijo que además escuchó ruidos de golpes. Después, siempre según el relato de la sospechosa detenida, el “muchacho” bajó y la agarró de la nuca.

Las amenazas que dijo que sufrió

“Sentate puta de mierda, paraguaya de mierda”, le dijo el tal Félix y le limpió la nariz, afirmó la sospechosa. Después agregó: “Me dijo ‘vos no me conocés a mí, yo a vos sí. No le cuentes a nadie. Yo sé que tenés familia, tenés [un] bebé, por eso no te voy a matar, los chicos no tienen la culpa. Te tocó estar en el lugar equivocado’. Estaba furioso el chico. En palabras me preguntaba ‘cuánta plata querés para quedarte callada?’ No le acepté la plata, aunque la necesitaba. La mochila estaba ahí tirada; él trajo un montón de cosas, me puso en la mochila el celular del señor. Me dijo ‘paraguaya de mierda, llevate esto´: el celular Motorola color celeste oscuro, el parlante rojo que estaba en mi casa en el allanamiento, una cosita así plateada con una velera [sic], una bolsita, chucherías, una pulsera con caracoles, supongo que de la señora, y unos auriculares. Me dijo ‘ahora te vas a ir, sin plata, pero esto es una fortuna’. Me dijo ‘descartate del teléfono, yo sé donde vivís, tenés chicos, se mueren. No hables a la policía. No hables con nadie’”.

La “cosita plateada con una velera” era una menorá, el candelabro de siete velas que es uno de los principales símbolos del judaísmo. Paniagua la vendió en una chatarrería de San Martín, que fue ubicada por los detectives de la Subdelegación Departamental de Investigaciones (SubDDi) de Pilar de la policía bonaerense.

“Los compradores del candelabro reconocieron que se lo habían adquirido a una mujer, aunque aclararon que lo habían revendido a una fundidora”, afirmaron las fuentes consultadas.

Los investigadores le creyeron poco, casi nada. Por eso, un mes después, el fiscal solicitó la prisión preventiva ante el peso de la prueba científica y tecnológica incorporada en el expediente.

Roberto Eduardo Wolfenson Band, tenía 71 años y fue encontrado sin vida dentro de su propiedad en un barrio privado de PilarLinkedIn

LA NACION

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