En diálogo con TN, Maxi Monje, encargado del establecimiento, contó detalles de cómo eran las charlas con el DT campeón del mundo en 1978 en la mítica mesa 10.
En uno de los rincones más emblemáticos de Buenos Aires, las historias del fútbol argentino se mezclan con la vida cotidiana de la ciudad. En el centro hay una antigua confitería que fue testigo de encuentros y charlas, y que tiene una historia especial que involucró a una leyenda del deporte nacional: César Luis Menotti.
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Cada mañana, como un ritual sagrado, el Flaco iba a la clásica confitería de Saint Moritz, ubicada en pleno centro porteño. Se trata de un lugar que abrió sus puertas en 1859 y que tiene una atmosfera impregnada de tradición, donde el aroma de café recién hecho se mezcla con las risas y charlas de los habitués.
En diálogo con TN, Maxi Monje, encargado del establecimiento, contó detalles de cómo eran esas mañanas junto al DT campeón del mundo en 1978, quien murió este domingo a los 85 años.
Carmelo, el diariero: su eterno compañero de café
La rutina del Flaco era simple: llegaba entre las 9 de la mañana y se iba a las 11. “Venía todas las mañanas y se tomaba su café corto italiano”, contó Maxi a TN. Su compañero era Carmelo, el diariero del barrio, y juntos ocupaban la mesa número 10, un rincón reservado que se había convertido en su refugio personal.
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“Tomaba su café, leía el diario y se iba”, detalló Maxi. Allí, entre sorbos y anécdotas compartidas, continuó el legado de un hombre que dejó una huella imborrable en la historia de nuestro fútbol.
La leyenda del Flaco vive: el homenaje que le hará la confitería a César Luis Menotti
El día tan temido llegó y la ausencia de Menotti dejó un vacío palpable en el ambiente. Pero, en lugar de que la tristeza invada al lugar, la confitería decidió rendirle un homenaje como él se lo merecía.
“En este día pusimos la pelota en exhibición, el cuadro y el pocillo en homenaje a él”, contó el encargado del establecimiento.
Sin embargo, el homenaje fue más allá y Maxi detalló con emoción: “Él tiene un rincón que seguramente lo ampliaremos más. Y, con respecto a la mesa, vamos a dedicarle un espacio donde estaba una mesa larga, antigua”. Así, en medio de dolor por la partida del Flaco, la confitería encontró una manera de celebrar su vida y legado.
La mesa 10: inmortalizando la presencia del Flaco en el corazón de la confitería
La mesa 10 de la confitería llevará su nombre. Y a partir de hoy, ese lugar se transformó en un altar sagrado, donde la memoria del Flaco seguirá viva para siempre.