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Murió Nora Cortiñas: el velatorio será en un ex centro clandestino de la dictadura

Los restos de la histórica referente de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora Nora Cortiñas, fallecida este jueves a los 94 años, serán velados este viernes en una Casa de la Memoria y la Vida que funciona en el predio de un ex centro clandestino de detención y tortura de la última dictadura militar.

El lugar elegido para darle el último adiós a la destacada defensora de los derechos humanos es la ex-Mansión Seré, ubicada en Santa María de Oro y Blas Parera, en la localidad bonaerense de Castelar. Según informó la Municipalidad de Morón, partido en el que residía Cortiñas, el velorio será este viernes a partir de las 9 y hasta las 19.

Cortiñas empezó su camino como destacada referente en la lucha por los derechos humanos cuando se unió a Madres de Plaza de Mayo a raíz del secuestro de su hijo Gustavo Cortiñas, ocurrido el 15 de abril de 1977.

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Cortiñas falleció este jueves a los 94 años tras una internación de varios días en una sala de Terapia Intensiva del Hospital de Morón.

«Norita había sido intervenida quirúrgicamente el pasado 17 de mayo en el Hospital de Morón por una hernia que se sumó a otras patologías que agravaron el cuadro», aseguró su familia a través de un comunicado en el que informaron su deceso.

Murió Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo e incansable luchadora por los derechos humanos

«Su especial sensibilidad y su ideario indiscutido en defensa los que menos tienen hizo que se ganara el respeto y cariño incondicional de los pueblos», expresaron sus familiares en el parte de prensa que hicieron público este jueves.

En este sentido, manifestaron: «Queremos transmitirles que Nora estuvo acompañada y sostenida por el amor de su familia hasta el último momento y agradecemos todas las expresiones de reconocimiento y afecto que ella recibió a lo largo de su vida, y que a nosotros nos abrazaron amorosamente en estos días tan difíciles».

Norita, como la conocían todos, se sumó a un grupo de mujeres que se habían conocido rogando a las autoridades de la dictadura militar conocer el destino de sus hijos, arrancados de sus hogares o llevados detenidos por fuerzas de seguridad.

Su hijo Gustavo tenía 24 años, era militante de la Juventud Peronista (JP) en un barrio pobre de Buenos Aires y trabajaba en el instituto de estadísticas Indec, cuando fue secuestrado por un grupo militar. Es una de las 30.000 personas que, según organizaciones de derechos humanos, desaparecieron durante la dictadura en Argentina.

Así, esta mujer menuda y enérgica nacida el 22 de marzo de 1930, madre de dos hijos y psicóloga social de profesión, comenzó a trabajar en lo que se convertiría en la mundialmente reconocida organización Madres de Plaza de Mayo, siendo una de las principales abanderadas del movimiento. 

«En mi hogar, el 15 de abril de 1977, pasó un tsunami, nos tocó a todos», afirmó en 2019 al presentar su biografía «Norita, la madre de todas las batallas», cuyo prólogo escribió el músico popular León Gieco. 

Tras conocerse la noticia de su fallecimiento, Gieco la despidió con un posteo en sus redes sociales y lo mismo hizo el dos veces ganador del Oscar Gustavo Santaolalla quien publicó una foto junto a ella con el texto «Hasta la victoria siempre, querida Norita Cortiñas». 

Salvo por sus viajes para difundir su lucha por el mundo, por más de cuatro décadas Norita nunca faltó a las marchas de los jueves alrededor de la Pirámide de la Plaza de Mayo. 

«Cada cosa que hacemos las Madres (de Plaza de Mayo) es colectiva. Empezamos yendo a la plaza de a una, pero después eso se transformó en un movimiento colectivo. Vamos cada jueves a la plaza, no faltamos», explicaba.

Eso no impidió que en 1986, ya en democracia, fuera una de las impulsoras de la división de la organización humanitaria y se transformara en una de las caras visibles de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, duramente enfrentada con el sector más radicalizado liderado por Hebe de Bonafini, fallecida en 2022.

También fue una ferviente opositora al gobierno del actual presidente, Javier Milei, quien puso en duda el número de desaparecidos y relativizó el terrorismo de Estado cometido por la dictadura.

Impulsiva, incansable, divertida, a lo largo de más de 40 años Nora Cortiñas sumó a su lucha las denuncias de todo lo que ella consideraba injusticias e inequidades en el mundo.

De contextura pequeña, ágil y vehemente, se la veía llegar a los lugares más recónditos de Argentina con su emblemático pañuelo blanco en la cabeza para acompañar los reclamos de pueblos originarios, de trabajadores despedidos o de víctimas de violencia institucional, y darles visibilidad con su sola presencia.

«La lucha primero es por la desaparición de un hijo, que es como que te amputan. Te sacan un brazo del cuerpo. Te dejan sangrando por la herida y no tiene cura. La reparación sirve para calmar la herida, nada más», decía Cortiñas a los 88 años.

Explicaba que con el tiempo «empezamos a entender también que la reivindicación de la lucha de nuestros hijos e hijas, era lo que iba a lograr que haya justicia. Y nosotras defendíamos los ideales de ellos y lo seguimos haciendo hasta el día de hoy«.

«A muchos políticos, a la Iglesia, a los militares, al campo de los que tienen historia vivida de complicidades, no les gusta nuestra reivindicación», sintetizaba esta mujer, crítica de todos los gobiernos.

En 2018, cuando estalló en Argentina la lucha feminista con el reclamo por la legalización del aborto y contra la violencia de género, agregó esa reivindicación y sumó su característico pañuelo verde a su vestimenta.

Pero siempre volvía a su hijo desaparecido: «Ustedes nos ven sonreír, vamos a las movilizaciones con la alegría de la lucha, pero extrañamos a nuestros hijos todos los días».

ds

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