Los seis acusados del asesinato del patriarca del clan de ‘Los Limpia’, entre ellos el autor material de los disparos que acabaron con su vida junto al centro comercial de Las Rosas, han confesado por primera vez en el juicio el crimen para reparar el dolor de la familia y conseguir una reducción de las penas de cárcel a imponer.
Joaquín J. S. fue tiroteado desde un coche a las tres de la tarde del 16 de marzo de 2022 en una emboscada que se perpetró en la plaza Alsacia de la capital.
La víctima intentó mediar en la separación entre uno de los acusados y su mujer, a quien aconsejó denunciar que sufría maltrato. El asesinato se produjo horas después de que la joven acudiera a comisaría. Los seis procesados pertenecen a la misma familia y se conocen como el clan de ‘Los Vargas’.
En un momento del juicio, uno de los procesados ha sido increpado por un familiar de la víctima al grito de «asesinos», «me cagó en tus muertos». Tras ello, la mujer ha abandonado la sala de vistas, siendo escoltada para que saliera del edificio.
En la sesión, los abogados han expuesto sus informes previos en los que han adelantado al jurado popular el grado de participación de sus clientes frente al silencio que hasta ahora habían mantenido. Mientras, el fiscal y la acusación particular que ejerce el letrado Marcos García montes, han reclamado un veredicto de culpabilidad al considerar que hay prueba que sustenta los hechos objeto del juicio.
El crimen tiene como trasfondo una relación de pareja de dos jóvenes de clanes de etnia gitana diferentes que acaba en una separación cuando la mujer está embarazada. «La Ley gitana impone en estos casos una multa destinada a la familia de la madre para el mantenimiento del bebé. Ahí surge todo. Joaquín era pastor evangélico y trató de mediar en la cantidad económica», ha detallado. Según uno de los procesados, la multa ascendía a unos 30.000 euros.
Por su parte, García Montes ha alegado que el fallecido era el patriarca y un juez de conflictos y se le mató como tal por intentar mediar para evitar una quimera. «La familia no quiere venganza, quiere justicia», ha dicho.
En su escrito inicial, el fiscal solicitaba penas de entre 22 y 10 años de prisión para cinco de los seis procesados –uno de ellos en el banquillo por la acusación particular–. Les imputa a dos delitos de asesinato en calidad de coautores, a otro como cooperador necesario y a otros dos en calidad de cómplices. Sin embargo, las penas a imponer se verán reducidas ante el reconocimiento de los hechos y al eliminarse la agravante de ensañamiento.
«PIDO PERDÓN DE CORAZÓN»
En su declaración, el autor material ha relatado que su hermano le citó para «matarse» con ellos porque tenía un problema con el padre de la joven que quería separarse.
«Ese hombre nos embistió a nosotros», ha asegurado en la sala, lo que ha provocado el murmullo de los familiares de la víctima. Tras ello, ha reconocido que le disparó y que le mató. «Asumo los hechos. Yo disparé pero no sabía quién era», ha reseñado. «Pido perdón a los familiares de corazón. Daría mi vida por la de él», ha dicho.
El hijo del anterior ha comentado en su declaración que su padre le pidió que condujera el vehículo y que sabía que iba armado sin conocer qué tipo de problema había para estar en esa situación.
«Sabía que mi padre iba a sacar el arma. Íbamos con todas las consecuencias de lo que podría pasar», ha admitido, señalando que huyeron porque sabían que iban a tomar represalias y se escondieron en un sitio seguro. «Pido perdón a sus hijos y a su viuda. Daría mi vida para volver a la realidad», ha dicho.
Otro de los acusados ha señalado que llevaban seis meses de amenazas por el tema del matrimonio de jóvenes roto y estaban «cansados», llamando a su hermano Antonio para que le echara una mano. «Mi mujer se subió en el coche porque iba nuestra hijo. Recuerdo su cara de miedo en el coche», ha contado. Tras concluir, ha pedido perdón a los hijos de la víctima, a su viuda y a su mujer.
HECHOS JUZGADOS
Según el relato fiscal, en fechas anteriores al 16 de marzo de 2022 se produjo una disputa familiar en la que trató de mediar J. G. S., hecho por el cual ese mismo 16 marzo los acusados «y terceras personas cuya identidad se desconoce» se concertaron con el fin de causarle la muerte.
A tal efecto, acordaron tenderle una emboscada en la que iban a intervenir dos vehículos, mientras que D. A. V. V. y C. V. M., tenían pensado dispararle a bordo de un tercer vehículo. Así, poco antes de las 15 horas, E. V. V. se trasladó con su coche junto a su hijo A. V. J. y su mujer G. J. S. «quienes le prestaban apoyo de todo orden que pudiera necesitar», hasta la avenida de Guadalajara de la localidad de Madrid.
Allí esperaron a que apareciera en su vehículo J. G. S. para colisionar contra él. A continuación, el vehículo conducido por E. V. V. persiguió al de J. G. S. hasta llegar a la confluencia de la avenida de Guadalajara con la plaza de Alsacia, «regulada por un semáforo que se hallaba en fase roja».
En ese momento, el acusado realizó un adelantamiento rápido y situó su vehículo delante del conducido por la víctima, «deteniéndose en seco», por lo que J. G. S. ., «debido a la fugacidad de la maniobra», colisionó por detrás con el turismo, «quedando imposibilitado para continuar la marcha».
En ese instante, se aproximó el vehículo conducido por C. V. M. y en el que viajaba en el asiento del copiloto su padre, A. V. V. el cual se situó en el carril izquierdo contiguo al conducido por la víctima, de tal forma que no pudo abandonar el coche.
Acto seguido A. V. V. bajó la ventanilla delantera derecha del vehículo y sacó una pistola con la que efectuó «repetidos» disparos contra este, impactando en su cuerpo cinco balas, que le provocaron la muerte. El acusado carecía de toda licencia o autorización para la tenencia del arma con la que efectuó los disparos.