Con la calma de quien domina los secretos del juego, Enzo Fernández dejó su huella en el Mundial de Clubes con un gol inolvidable. El #8, que había comenzado el partido desde el banco, se convirtió en el primer futbolista argentino en convertir en esta edición del certamen. Su tanto fue una síntesis perfecta de lectura, tiempo y técnica: tras una jugada colectiva que abrió la defensa de Los Ángeles FC, el Chelsea movió la pelota hacia la banda derecha, donde Cole Palmer levantó un centro preciso al corazón del área. Allí, a la carrera y con la precisión de un cirujano, Enzo apareció para impactar la pelota de primera y cruzarla a quemarropa. Un gol de volante total.
El festejo de Enzo. Foto: Reuters/Dale Zanine
Pero lo suyo no fue solo ese instante. Su ingreso en el entretiempo cambió por completo la dinámica del mediocampo del conjunto inglés. Donde en el primer tiempo había desorden y ansiedad, Enzo impuso pausa, claridad y una nueva cadencia en la circulación. Sus primeros toques fueron señales de que algo distinto iba a pasar: bajó el ritmo cuando hizo falta, distribuyó con precisión hacia los costados y conectó con los interiores y delanteros con una naturalidad que parecía ensayada.
Uno de los aspectos más destacables fue su capacidad para interpretar el espacio. No solo eligió bien dónde pararse, sino que supo atacar los huecos que dejaba el rival, muchas veces proyectándose en segunda línea o apareciendo como opción libre cerca del área. Desde esa posición, además de su gol, generó peligro constante: se mostró correcto enganchando, se perfiló bien para el remate de media distancia y buscó siempre la manera de finalizar las jugadas.
Antes de que llegara al gol, tuvo varios intentos similares en donde se filtró por el centro del área intentando recibir una pelota con el arco a disposición. Ese tipo de jugada muestra su instinto ofensivo y su excelente lectura del juego.
(AP Photo/Brynn Anderson)
También participó activamente en la recuperación y el equilibrio defensivo. Sin ser su tarea principal, no dudó en retroceder, cortar líneas de pase y colaborar en la presión alta, sobre todo en los momentos en que Chelsea se posicionó en campo rival. Esa entrega le dio al equipo una estructura más sólida, que permitió jugar más suelto en ataque.
Enzo Fernández no necesitó jugar los 90 minutos para ser determinante. Con apenas un tiempo en cancha, modificó la ecuación. Dio orden, sentido y profundidad. Y dejó una imagen de jerarquía que lo pone, una vez más, como un líder silencioso dentro de un equipo plagado de figuras. El Chelsea ganó, sí, pero también ganó Enzo: por peso propio, por fútbol y por ese gol que ya es parte de la historia de este Mundial de Clubes.
(AP Photo/Brynn Anderson)
El gol de Enzo Fernández ante LAFC
Chelsea –
El gol de Enzo Fernández ante Los Ángeles FC
Video: DAZN