El lunes próximo cuando aún emane humo del campo de batalla en la provincia de Buenos Aires por las elecciones legislativas, la Secretaría de Finanzas deberá llamará a una licitación. Dos días después vencen $ 5,06 billones y es imposible pensar hoy qué instrumentos, tasas y plazos, ofrecerá Pablo Quirno, el secretario de esa área, a los inversores. No al menos hasta que se sepa el resultado de las urnas el domingo a la noche.
Tampoco se sabe si el Tesoro venderá dólares o no a la mañana siguiente según el esquema de intervención que el propio Quirno anunció ayer por X. Dependerá de ese resultado también.
Hoy hay más preguntas que respuestas para imaginar el desembarco de la economía el lunes temprano. Si se parecerá más a las playas de la película Rescatando al Soldado Ryan durante el despliegue de tropas en Normandía o las playas de Phi Phi Island, de Leo Di Caprio, en La playa.
La economía argentina de paradisíaca hoy tiene poco, y el propio Gobierno admite algo así con lo cual sale a ponerse el casco de cara lo que viene.
Anoche, por televisión, el asesor del Ministerio de Economía y representante en el Banco Central, Federico Furiase, explicó que la medida que se dio a conocer está influida por el ruido de las elecciones. Dijo que “es la primera intervención que hace el Tesoro para solucionar este problema de liquidez y el buen funcionamiento del mercado que se genera en este contexto de ruido político”. Y trazó una diferencia con la venta de dólares por parte del Tesoro de las semanas anteriores porque explicó que aquellas fueron ventas de divisas a entidades, entre ellas el Banco Provincia. “Lo de esos días no tiene nada que ver esto”.
Furiase contó además que el Tesoro tiene reservas por fuera de las del Banco Central. Una porción de ellas son reservas en pesos por el equivalente a $ 23 billones. Y en dólares por US$ 3.000 millones (que compró desde la salida del cepo, explicó Furiase, mitad por las compras en bloque y la otra por colocación de títulos).
“El Gobierno tiene espaldas para enfrentar lo que viene”, admite un dirigente importante del peronismo que vaticina una victoria de su partido este domingo.
De este resultado podrían desprenderse distintas variantes para el Gobierno. Más nuevas medidas en el sentido que dijo Furiase (para contrarrestar el ruido político hasta octubre) o la moderación del discurso de Javier Milei que empezó unas semanas atrás cuando dijo públicamente, por primera vez, que no insultaría a sus rivales.
El esquema del modelo Milei fue tan polarizante que no amortiguó la incertidumbre sobre el futuro político no solo del Gobierno sino también del país. Eso hizo que se llegara a elecciones para dirimir la composición de la Legislatura bonaerense con una expectativa muy por encima de otros problemas más cruciales que la Argentina enfrenta en economía. El Gobierno puso tanto énfasis en lo clave de este comicio provincial que ahora la pregunta que se hace el mercado es qué pasará con el programa económico si se diera el peor escenario posible el domingo para La Libertada Avanza.
El fantasma de Mauricio Macri en las PASO de 2019 merodeará en las próximas horas y hasta el domingo a la noche incluso. El lunes a la mañana se correrá el telón.
La película no sería la misma aún cuando vuelva a ganar el peronismo. La economía se encuentra en un estado diferente según una reciente comparación que estableció el ex ministro de Economía Hernán Lacunza en un trabajo para la consultora Empiria. Para el economista, el ajuste fiscal que lanzó Mauricio Macri fue “severo pero tardío, sin retorno de confianza y con un tipo de cambio atrasado”.
En el plano opuesto, dice Lacunza, “la posición de reservas netas para enfrentar contingencias es más precaria hoy; son negativas por US$ 5.800 millones”.
Pero más allá de los technicals como dicen los economistas, el discurso del Gobierno abrió la puerta a una encerrona que, si llegara a perder, la pregunta del mercado será “¿quién se hará cargo de esta economía: Grabois, Kicillof?”. Todo lo contrario a la imagen de los 15 gobernadores que se vieron este lunes en el Teatro Colón.
El Gobierno hace uso del acrónimo TMAP para referirse a que “todo marcha acorde a lo planeado” según los lineamientos de su programa. Pero en las últimas semanas no pasó eso: modificaron los encajes, introdujeron licitaciones fuera de calendario, intervinieron en el mercado de cambios, hicieron llamados durante las licitaciones, reflotaron la noción de tasa de interés de política monetaria propia de los esquemas como inflation targeting. NMAP podría decirse hoy sobre el plan económico: nada marcha acorde a lo planeado.
De cara a lo que viene vale detenerse en una característica del programa Milei: este plan no tiene un día 101. El Gobierno, por ahora, no recurrió a un tipo de cambio fijo o a alguna medida con fecha de vencimiento y que salir de ella o romperla, signifique una ruptura de contratos. Eso pasó con el salto del dólar tras la salida de la Convertibilidad o incluso la Tablita de Martínez de Hoz en 1982 De hecho Milei salió del crawling del 1% en abril cuando abrió parcialmente el cepo y se evitó un dolor de cabeza hoy aún cuando muchos critican ese paso. Desde entonces el dólar subió 25% pero la mitad ocurrió en un solo mes (julio) y los economistas coinciden en que hace falta un tipo de cambio más alto para empezar a recomponer reservas y bajar el riesgo país. Por lo tanto un salto del dólar después de las elecciones de 10% no implicaría romper con alguna regla y sí quizá sea la chance para adoptar un nuevo esquema que para muchos debería ser (¿El FMI inclusive?) de flotación administrada para luego sí encarar la etapa final de estabilización que lleve de las tasas mensuales de inflación de 2-3% mensual a unas que empiecen con 0.
Pero para implementar todo eso lo que importará es con qué contexto político Milei se encuentra después del domingo para pensar y definir su nuevo esquema cambiario y monetario. ¿Uno con más poder o menos poder?