sábado, 6 septiembre, 2025
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El poder excepcional de EE.UU. tiene raíces estructurales

La Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) de Estados Unidos estima que los ingresos fiscales derivados de los aranceles especiales que impuso el presidente Donald Trump en abril reducirán el déficit fiscal en más de US$ 4 billones en los próximos 10 años.

Esto significa que el incremento de la deuda de US$ 4,1 billones provocado por la reducción de impuestos del Presupuesto 2025 será compensado por los ingresos fiscales originados en el nuevo cuadro tarifario.

El Secretario del Tesoro Scott Bessent agregó que, si esta drástica reducción de la brecha fiscal se combina con el crecimiento sostenido de la economía de 3% anual o más, el resultado sería que el déficit fiscal en relación al producto disminuiría sistemáticamente año tras año hasta eliminarse en la próxima década.

El control irrestricto de acceso al mercado norteamericano, con altos aranceles utilizados como instrumento primordial para abrir los grandes mercados del extranjero a las exportaciones de EE.UU., provocan un aumento excepcional del comercio exterior estadounidense.

En breve síntesis, todo esto implica que a través de la reducción/eliminación del déficit fiscal y del aumento sostenido de las exportaciones, EE.UU. está en condiciones de superar su principal debilidad estructural, el monumental déficit comercial y de cuenta corriente que tiene en este momento, que ascendió a US$ 1,1 billón en 2024.

La economía norteamericana, la mayor del mundo (US$ 27 billones/26% del PBI global) se contrajo 0.5% en el 1° trimestre de este año, pero luego se expandió 3% en el segund trimestre. Posteriormente, en una nueva evaluación de la “Oficina de Investigaciones Económicas” (BER), el alza del PBI pasó de 3% a 3,3% debido a un auge notable de 9% de la inversión en propiedad intelectual y en el desarrollo de la infraestructura de la Inteligencia artificial, lo que indica que el crecimiento estadounidense es parte de un camino ascendente, arrastrado por un fenomenal boom de inversiones en la tecnología crucial de la época.

Según Bessent, ese boom de inversiones puede estimarse en U$S 6,5 billones sólo en 2025, y más de 80% de ese total está direccionado estratégicamente hacia el desarrollo de la infraestructura de la Inteligencia artificial.

Este dato fundamental de la economía norteamericana fue corroborado por el aumento de 56% que experimentó Nvidia en sus ingresos del 2° trimestre, lo que consolida su cotización de US$ 4 billones en Wall Street, y la convierte en la empresa de mayor valor de la historia norteamericana y mundial.

Las 4 mayores compañías “high tech” de EE.UU. – Amazon, Google, Microsoft y Meta/Facebook – invertirán US$ 375.000 millones este año, que serían U$S 500.000 millones en 2026. El cálculo del Banco UBS de Suiza es que la inversión high tech en equipos de computación encabezados por más de 50 súper-computadoras, data centers y software representó más de 25% del total del crecimiento mundial en lo que va de 2025. UBS agregó que más de 80% de este fenómeno se originó en EE.UU.

El Departamento de Comercio estimó que el gasto global en infraestructura IA alcanzaría más de US$ 7 billones en los próximos 10 años, y que tres cuartas partes de esa inmensa masa de capitales provendría de las compañías norteamericanas.

De esta situación estructural se desprenden 2 tendencias fundamentales de la política mundial del siglo XXI.

La primera y absolutamente decisiva es el fortalecimiento excepcional del poder estadounidense en lo económico, tecnológico, político y militar, que alcanza a niveles hasta ahora nunca logrados en la historia del sistema global.

El poder norteamericano tiene, en suma, raíces estructurales; y por eso tiende a desaparecer en su capacidad de acción la diferencia entre el corto y el largo plazo, lo que otorga a las pujas en que participa un resultado prácticamente preanunciado. El logro de un objetivo para EE.UU. se convierte hoy en una situación ante todo de persistencia.

La segunda tendencia fundamental de la política mundial es el sistemático debilitamiento de Europa, al punto de que su integración con EE.UU. se ha convertido en subordinación explícita, como lo indica nítidamente el acuerdo comercial impuesto por Trump a la Unión Europea (UE).

En términos estratégicos, un hecho crucial es que la prioridad absoluta de EE.UU. se realiza en condiciones de cooperación y no de antagonismo con China, la otra superpotencia y copartícipe en todos los planos del poder mundial.

Pero hay también una diferencia cualitativa que tiene el poder de EE.UU. en este momento, que es el liderazgo de Donald Trump, dotado de una excepcional energía, decisión, y voluntad de asumir riesgos y conflictos.

En este sentido, hay que subrayar que Perón señaló que “la única política verdadera es la política internacional, ya sea que se desarrolle adentro o afuera de los países”.

Estos son los trazos fundamentales de la política mundial del siglo XXI, que es de la integración absoluta del sistema y de la revolución tecnológica de la Inteligencia artificial.

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