miércoles, 15 enero, 2025
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Villarruel versus Milei: trastienda de la embestida final

En el equipo de Victoria Villarruel todavía se acuerdan del primer día en que sintieron en carne propia el despoder, la entrada definitiva al freezer de la política en el que por ahora siguen atrapados. Fue el 16 de noviembre, cuando la vicepresidenta visitó por primera vez Entre Ríos. Estaba estipulado que a la “Fiesta del arroz”, el evento al cual viajaba, iba a ir también el gobernador de esa provincia, Rogelio Frigerio.

Ese era el lugar simbólico en el que Villarruel había encontrado algo de comodidad durante el año que pasó envuelta en una guerra fría con la Casa Rosada: de recorrida proselitista por el país, de donde se llevaba fotos con gobernadores, intendentes o dirigentes de distintos colores. El mensaje que transmitían las imágenes era claro. Milei no hace política, Milei odia a los políticos, pero ella es alguien dispuesta a sentarse, escuchar y, de ser posible, pactar alianzas. Pero cuando llegó al acto se llevó una sorpresa: Frigerio no estaba. El gobernador había ido el día anterior, en lo que cerca de Villarruel se entendió como una maniobra premeditada para, justamente, no cruzársela.

En lo que es toda una rareza protocolar, la vicepresidenta abandonó esa provincia sin cruzar ni una palabra con el mandatario local. Tenía algún sentido: en aquel momento la escalada entre los integrantes de la fórmula presidencial venía aumentando y estaba a punto de tocar un punto crítico.

“Villarruel no tiene ningún tipo de injerencia en el Gobierno, está cerca de la casta”, dijo Milei en una entrevista cuatro días después de aquel evento, en lo que fue la formalización de la guerra. Y ahora la historia volvió a repetirse, pero, a contramano de la máxima de Marx, de nuevo como tragedia.

Villarruel arrancó el 2025 vacacionando en Villa Allende, Córdoba. El año pasado también había ido en enero a esa provincia, y había vuelto al Senado con las fotos de un encuentro con el gobernador Martín Llaryora, con su segunda, y con otros intendentes locales. El contraste con lo que sucedió ahora es abismal: con el cordobés no se cruzó, y sólo mantuvo un almuerzo con el intendente de Jesús María, el radical Federico Zárate. Mientras que el Gobierno la ataca con críticas en público, carpetazos y amenazas, parece como si Villarruel fuera una mancha venenosa de la que conviene escapar.

Contra las cuerdas

La vicepresidenta está convencida de que la Casa Rosada la quiere hacer renunciar. Aunque a priori podría parecer una teoría conspirativa, las ganas de que esto suceda no están demasiado ocultas en el universio libertario. “El que no se adapta, se va”, le lanzó la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. “Victoria, pensá si te conviene seguir acá”, dijo el conductor Alejandro Fantino, autoproclamado periodista militante de Milei, que ya anticipó varias renuncias del Gobierno. Luego, del otro lado de la grieta, Juan Grabois le pidió que deje su cargo, y sucedió algo inesperado: la diputada Lilia Lemoine, la vocera informal de Karina Milei, se sumó al deseo del dirigente social a la vez que la llamaba “sanguijuela”.

En estos días hubo otros avances contra ella. El consultor Fernando Cerimedo, uno de los dueños de “La Derecha Diario”, dijo en la AM 750 que tenía las pruebas de que ella y Macri se habían juntado en marzo del año pasado en Villa La Angostura a “tejer cosas” para que “explote todo”.

El otro dueño de ese medio, el español Javier Negre, la acusó de contratar una consultora de trolls para favorecerla en las redes e insultar a Milei. El abogado Alejandro Sarubbi Benítez, defensor de Daniel “El Gordo Dan” Parisini, entre otros, habló de “dos carpetas” que tenía en su poder con secretos de la vice. Y Nicolás Márquez, el biógrafo presidencial, aseguró que se había mudado a una “mansión” en el Tigre y que estaba a punto de comprar otra a pesar de que sus ingresos no se lo permiten.

Todo sucedió en cuestión de días, casi como si fuera un ataque coordinado. Esa es una idea que al menos tiene la vice, teoría que alimenta cada vez que entra a la portada de algunos medios importantes, dóciles con la Casa Rosada, en los que aparecen a diario notas que cuentan como su imagen estaría cayendo en picada.

Luego llegó la estocada final, que la puso el propio Milei. En una entrevista con el animador Luis Majul volvió a hacer algo que a esta altura parece casi una rutina: criticar a la vice cada vez que habla. “Ha tenido muchas declaraciones y actitudes que no están en línea con lo que el 57 por ciento de los argentinos votó”, dijo.

Tiempo fuera

La última escalada entre Villarruel y el resto del Gobierno demuestra el complejo momento político en el que se encuentra. La Rosada le había apuntado por no frenar a tiempo una nueva suba de las dietas de los senadores. Fue tanta la presión que ejercieron con este tema que ella terminó cediendo al pedido, en lo que fue el comienzo de su última cadena de errores no forzados.

Villarruel quedó atrapada en su propia narrativa. A fines de agosto le había dado a TN la única entrevista desde que llegó al cargo y, aunque esa charla pasó a la posteridad por el apodo de “Jamoncito” que le puso a Milei, lo cierto es que la nota era para defender la suba del sueldo de los senadores, entre otras diferencias de fondo que le marcó al Gobierno. Cinco meses después, en cambio, hizo exactamente lo contrario, con el agravante de que el primer fin de semana del año se lo pasó contestando personalmente mensajes en las redes.

Entre ellos, hubo algunos que causaron polémica: Villarruel se quejó de cobrar “dos chirolas”, de ser la peor paga de todos los funcionarios, y también aseguró que con su salario como vice -casi 3 millones de pesos- no le puede alcanzar a nadie “que viva con honestidad”. No sólo sus críticos habituales del Gobierno salieron a cruzarla, sino que a raíz de esto Milei reveló en la charla con Majul una supuesta reunión que habría tenido con ella donde la vice le habría pedido un aumento de sueldo, algo que se nego a darle.

Hoy Villarruel parece atrapada y con la guardia baja, idea que también se reforzó luego de que borrara el tuit que había hecho criticando el accionar de Bullrich en el caso del gendarme detenido en Venezuela. Ahora la vice se prepara para resistir un año que promete ser muy difícil. En el Senado hizo una jugada que llamó mucho la atención puertas para adentro, que habla de que no sólo fuera de la Cámara Alta está perdiendo apoyos.

En su rincón

El martes 7 de enero eliminó la delegación de facultades a la Secretaría Administrativa, cargo que ocupa una mujer que puso ella, María Laura Izzo. Esto que parece sólo un tema logístico es mucho más revelador. Esa decisión hizo que poderes que estaban delegados en esta secretaría sean reasumidos por la vicepresidencia -algunos muy sensibles, como dar de alta contratos en el Senado, una herramienta que la política suele usar para su funcionamiento cotidiano-, lo que revela que piensa que ya no va a poder mantener en su control esta cartera. Es que esa área, como otras muy importantes para el funcionamiento de la Cámara Alta como la Legislativa o la Presidencia Previsional, se van a volver a elegir en la primera sesión de este año, programada para el 24 de febrero.

La matemática no miente: la vice sospecha que ni propios ni ajenos le van a votar esta vez a su gente, a la par que la Casa Rosada va a intentar meter a los suyos. Los Milei llevan la guerra al hogar de Villarruel, un desafío abierto que podría ser un punto de inflexión en esta historia. El año electoral plantea otro desafío adicional para Villarruel. Por un lado, desde la mesa chica del oficialismo no le van a dar ningún lugar en una boleta, ni un concejal en algún pequeño distrito. Por el otro, los “karinos” empujan una idea que podría terminar perjudicándola: que vaya la hermana presidencial, su gran enemiga, de candidata a senadora por la Ciudad de Buenos Aires. Aunque los dos Milei dicen que ese no es un desenlace que busquen, la posibilidad está abierta, y de hecho Lemoine la viene esbozando en público y en privado. Para Villarruel, que en los últimos días se sumó al pedido de un “bozal legal” para la cosplayer, sería como tener al lobo adentro del gallinero.

Por donde se lo vea, el camino parece más que espinoso para la vicepresidenta.En su entorno, de cualquier manera, aclaran que no está ni nunca estuvo en su cabeza la posibilidad de dejar su cargo, que la votaron para estar en ese lugar hasta el 2027 y que eso piensa hacer. La meta parece estar todavía muy lejos, y este espacio electoral se caracterizó por expulsar gente y humillarla en público casi como si fuera una estrategia premeditada para construir poder. Villarruel lo sabe: ella, que alguna vez participó de este tipo de operativo de demolición, es quien está ahora en la mira.

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