martes, 19 agosto, 2025
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Sandro cumpliría 80 años: los hitos de su carrera y cómo será el homenaje en la plaza que lleva su nombre, en Banfield

Este 19 de agosto, Sandro cumpliría 80 años y sus fans van a realizar un homenaje especial que bautizaron Lomas canta a Sandro, un encuentro para celebrar su música, su historia y el legado que dejó en Banfield. Habrá shows en vivo de protagonistas de Sandro el gran show, Los Tabaleros, la Banda Sinfónica de Lomas y el Cuarteto de Cuerdas Lomas.

Será a partir de las 12:30 horas en la Plaza Roberto Sánchez, Alem y Darragueira, Banfield.

Sandro, en el escenario. Elegancia y sentimiento. Foto: Archivo Sandro

Sandro logró absolutamente todo lo que se propuso en la vida. Y para conseguirlo utilizó herramientas formidables: talento a raudales, orgullo y simpatía, una enorme fuerza de voluntad, mares de disciplina y sí, es verdad… una pizca de Gracia Divina.

Textual de Sandro: “Dios casi me mata de intoxicación porque me regaló demasiadas cosas y me dio esta posibilidad maravillosa de poder trasmitir algo. Pero no es algo mío. Él me dio estos dones y trato de usarlos bien, para no defraudar a JC, el Barba (JC es por Jesucristo). Dios me dijo: ‘A ver el negrito ese’. ‘¿Cuál?’ – pregunté mientras marcaba uno de adelante. ‘Vos, el que está en la cuarta fila’. ‘¿A mí?’. ‘Sí, vas a ser vos’. ‘Pero, yo ¿por qué?’. ‘Porque yo quiero’, me respondió. ¿Y se lo voy a discutir?”.

Un bebé que cantó en vez de llorar

Roberto Sánchez nació en la maternidad Sardá, el 19 de agosto de 1945. Hay quienes juran y rejuran que al nacer el bebé no lloró ni se quejó. No lanzó un chillido. El bebé cantó. Y no iba a parar de hacerlo hasta el suspiro final: “Yo no nací. A mí me trajo una bandada de gorriones y me depositaron en el vientre de mi madre”.

Sin dudas, Sandro fue un sex symbol. Foto: Archivo Sandro

Una vez le preguntaron cuál era la fórmula de su éxito, y respondió «Si pensaste, perdiste. Es claro. Si se te ocurre una idea, andá y hacela ya mismo. No le des vueltas, no reflexiones. Sólo andá y hacela. De eso se trata».

En otra oportunidad le pidieron que explique el secreto de su permanencia. «Debe ser la mano de Dios. Cuando estuve tan enfermo pasé dos años metido en mi casa sin cantar. ¡¡¡Dos años!!! Sin grabar y sin hacer ninguna actuación especial. Y cuando volví me encontré con esta maravilla. La fidelidad del público es el premio más importante que he recibido. Vender un millón de discos es interesante, pero el cariño de la gente no lo podés poner en una vitrina», dijo.

Nadie podría discutir que Sandro era un creador compulsivo. Todas sus ideas las volcaba en papeles antes de llevarlas a la práctica. Pero además era obsesivo. El Fort Knox de su herencia cultural se encuentra diseminado por toda su legendaria casa. Está en su enorme escritorio de Banfield, perfectamente organizado y rotulado.

En su biblioteca, generosa en incunables y obras de arte, donde también funcionaba el estudio de grabación privado. En su discoteca con los vinilos predilectos: desde la colección completa de Elvis Presley y los Beatles, pasando por James Brown, Bob Dylan, Led Zeppelin, Los Ventures, Janis Joplin, The Animals y Johnny Burnette. Sus archivos ocupan buena parte de los altillos (más de dos mil carpetas que contienen los arreglos musicales para cada uno de los temas que compuso o interpretó). Y entre sus ropas y trajes, destacan el tapado de piel que usó para triunfar en Nueva York, sus míticas batas rojas, la primera valija, un surtido de smokings y hasta los bigotes que usaba para salir a la calle en un vano intento por no ser reconocido.

Pero el colmo del refinamiento creativo posiblemente sean los bocetos de la primera limusina que alguien creó en este país, hecha sobre la base de un portentoso Rambler Ambassador President 1970. Entrar al lujo fastuoso de este vehículo invalorable es como sentarse en el Betsabé de El Avispón Verde. La historia del “Sandromóvil” cuenta que anteriormente ese coche había pertenecido a un dueño cuyo nombre era (créase o no) Roberto Sánchez. Por eso decidió que no se lo podía perder. El Rambler no estaba en buen estado, pero Roberto dibujó las modificaciones y diseñó cada uno de los increíbles detalles: teléfono móvil, asientos tapizados en cuero blanco capitoné, alfombra roja hasta en el baúl, una señorial whiskera con todo y juego de vasos, cabina blindada y equipo de audio con parlantes en el interior del techo.

Los inicios de su carrera

Hijo único del matrimonio Sánchez, Robertito era un niño precoz. A los nueve años, asistió a su primer baile de Carnaval en el Club Sportivo Alsina y subyugó a los presentes bailando con frenesí Hasta luego, Cocodrilo, de Bill Haley y sus Cometas.

A los diez, su papá le dio las llaves de casa y él empezó a ayudarlo en el reparto de vinos con su triciclo pintado con llamaradas. Comenzó a frecuentar el Bar Pancho, a fumar, y a tocar la guitarra. Le decían “El Loco” por su forma de vestir. El pibe soñaba fuerte. Y Sandro ya estaba pidiendo pista.

Sandro con Eduardo Bergara Leumann en su programa «La botica del Angel».

El 9 de julio de 1958, debutó en el salón La Polonesa, de Valentín Alsina. En esa fiesta por el Día de la Independencia y por esas cosas del destino le tocó imitar a su ídolo Elvis Presley. Se pintó las patillas con corcho, le puso gomina al jopo y se calzó un estridente suéter de la mamá de un compañero. Roberto arremetió con el playback de Hotel de corazones destrozados. Pero el disco de pasta que estaba sonando se rompió y él, empujado por su intuición, cantó a capela para salvar el momento. Podríamos decir que ahí realmente nace el artista.

Luego vendrían Los de Fuego, aquellas tardes en los Sábados Circulares de Pipo Mancera, su descomunal despegue como solista melódico y, claro, la conquista del continente.

Volvemos ahora a los inicios de su carrera: con telas de colchones llegó a fabricar sus pantalones cuando vivía en un conventillo. No conforme con eso también pergeñó cómo se ubicarían los músicos en el escenario y animándose a más le sacó a sus soldaditos de plomo las armas y los dotó de instrumentos para usar de modelo en las maquetas que montaba sobre un cartón. Rutina que conservó hasta su último espectáculo. Sandro dibujaba en lápiz los vestuarios que su mente febril imaginaba, y luego se los daba a su mamá para que se ocupara de coserlos.

El primer uniforme de Los de Fuego era el siguiente: suéter bordó escote en V, pantalón gris, camisa blanca, corbata negra, campera con bandita amarilla, la F bordada en lamé dorado, medias blancas y abotinados negros. Y así viajaban esos nerds en colectivo, medio disfrazados y cargando sus instrumentos. Esta costumbre de diseñador y modisto jamás la iba a perder.

A la vanguardia del boom rocker, mutó a su debido tiempo hacia un estilo más romántico, digno del baladista que supo construir: elegante, casual, pop o provocativamente kitsch.

Sandro en vivo, inconfundible.

En los primeros diez años de carrera hizo todo. Y todo es TODO. Estaba tan arriba que hasta se dio el lujo de desechar Europa como posible nuevo mercado. Si bien cantó en Francia y en España, no quiso avanzar en esa aventura que para él era como empezar de nuevo. Encima eso presuponía vivir definitivamente en aviones, cruzando el Atlántico mil veces.

¿Cuándo nace el rótulo de “Sandro de América”? Para diciembre de1965, ya separado de Los de Fuego y con Oscar Anderle como mánager personal, el muchacho de Valentín Alsina saca su primer pasaporte. Hasta entonces todas habían sido salidas de cabotaje. El 24 de octubre de 1967 gana por un voto el Primer Festival Buenos Aires de la Canción con Quiero llenarme de ti e inmediatamente es invitado al Festival Internacional de Viña del Mar. Allí debuta el 2 de febrero de 1968 y se desata la locura continental.

En apenas dos años conquista América de sur a norte. Cinco pasaportes colapsados en menos de veinte años dan cuenta del vértigo de aquellas giras. Sandro se baja de un avión, deja la valija con ropa sucia, carga una con ropa limpia, se sube a otro avión y se va a otro punto distinto y distante de América.

Sólo hay que escuchar la presentación que Cacho Fontana hace del artista en el más épico de sus hitos para entender la magnitud sin fronteras del fenómeno: “Desde el Felt Forum del Madison Square Garden, en la ciudad de Nueva York, asistiremos al primer recital que vía satélite brinda un cantante en el mundo. Y corresponde a América el punto de partida en este tipo de espectáculos, y lo hará brindando la música y las canciones de una de las personalidades más importantes y avasallantes de este tiempo… ¡Aquí está… el ídolo de América: Sandrooooo!”.

La consagración definitiva le iba a llegar en esas dos noches, el 11 y 12 de abril de 1970. Sandro ya no es más de Argentina.

Sandro en vivo durante su maratón de 40 shows en el teatro Gran Rex. Foto DYN-Carlos Greco

Textual de Sandro: “Yo ya tuve todo lo que un hombre puede desear: casas, autos, fama y dinero. A mí, ¿qué me van a vender? ¿Otro disco de oro? Tengo un montón. Lo peor que le puede pasar a un tipo es quedarse sin sueños. Y a mí me pasó… Dos casas, ¿para qué? Dos camas, ¿para qué?, ¿si yo duermo en una? Estuve un año y medio, casi dos, sin cantar y empecé a reflexionar. ¿Y ahora qué?”.

Cinco años después Sandro transita la que sería su etapa más oscura, y por ello más criticada. Se deja crecer el pelo, engorda varios kilos y comienzan a espaciarse sus apariciones públicas.

Es una etapa donde Roberto Sánchez quiere otras cosas para Sandro, y comienza a perfilar al nuevo artista, uno que no solamente mueva la pelvis o enloquezca a las mujeres en base a canciones románticas. Sus esporádicas “desapariciones” se van profundizando, alimentadas por esa necesidad de imponerse otras facetas. Esa es la génesis de una etapa mucho más teatral, donde en sus shows recita poemas, cuenta chistes, contrata actores y se muestra deliciosamente histriónico.

Es el resurgir del ídolo popular en una dimensión desconocida hasta para él mismo.

Sandro en la etapa de recuperación después de una operación en 2003. Foto: DYN-Luciano Thieberger

Sandro editó 46 álbumes originales, y más de doscientos si se consideran los simples, las recopilaciones y las versiones por fonética que grabó en italiano, portugués e inglés. Vendió más de 22 millones de placas, ganó once discos de oro, decenas de platino, un Grammy a la excelencia musical y el Gardel de Oro, entre tantas distinciones que le otorgaron en todos los rincones del continente.

Aún hoy mantiene récords imbatibles, como los 40 recitales del Teatro Gran Rex (temporada 98-99). El 14 de agosto de 2006 recibió el premio Mención de Honor, Senador Domingo Faustino Sarmiento y el 5 de octubre presentó Secretamente palabras de amor (para escuchar en penumbras) en la Biblioteca Nacional. Mercedes Sosa le entregó el disco de platino y cantó con él Como la cigarra, en una interpretación que anticipó la despedida de dos artistas inigualables. Esa fue la última vez que Sandro se presentó en público.

Luego, vendrían sus días familiares, con casamiento y todo. Por fin el hombre, según nos contó, se había decidido a ser feliz. Pero su destino ya estaba marcado. Enfermo de EPOC (Enfermedad pulmonar obstructiva crónica) desde 1997, el 20 de noviembre de 2009 es trasladado al Hospital Italiano de Mendoza para recibir un trasplante cardio-bipulmonar, su única esperanza. No funcionó.

Roberto Sánchez murió el lunes 4 de enero de 2010 a las 20.40.

Jueves de estreno

En el mes de Sandro y en el marco del 80° aniversario del nacimiento de Roberto Sánchez, cada semana se estrenarán en su canal de YouTube los vídeos de sus películas en HD.

Sandro en la película «Subi que te llevo».

En esta primera etapa se van a publicar 46 vídeo clips, con la imagen mejorada y la música original de estudio de Sony, incluidos en las 11 películas que protagonizó.

Esto es posible gracias a un acuerdo entre 3C Films y Spitz Producciones, distribuidores de todas sus películas; Olga Garaventa de Sánchez y Sandro Producciones, su equipo de trabajo; y Sony Music, la discográfica de los fonogramas originales que se usaron en los films.

Así, del 14 de agosto al 10 de octubre, cada jueves con una temática diferente y durante 10 semanas, se suben sus canciones emblemáticas y aquellos temas que nos siguen conmoviendo. Es el Gitano en todas sus versiones: romántico, divertido, melancólico, rockero, pop, enamorado y sensual.

Los primeros cuatro videos que se publicaron fueron: Como Romeo y Julieta, Me amas y me dejas, El hombre que perdió sus ilusiones y Porque yo te amo.

Crédito fotos: Álbum familiar y personal Roberto Sánchez, Pablo Ferraudi y Archivo Clarín.

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